Gratitud: ¿Qué es y como podemos enseñarla a los niños?

En ocasión de la celebración del Día de Acción de Gracias un grupo de amigos y yo tuvimos una conversación muy interesante sobre la gratitud y cómo enseñarla a nuestros hijos, y de repente sentí la necesidad de compartir algunas reflexiones con ustedes.

Según el Mindfulness, Awareness, Research Center de UCLA, tener una actitud de gratitud cambia la estructura molecular del cerebro, mantiene la materia gris en funcionamiento y nos hace más saludables y felices. Cuando sientes felicidad, el sistema nervioso central se ve afectado. Eres más pacífico y menos reactivo. Esa es una forma realmente genial de cuidar tu bienestar a medida que atraviesas no solo la temporada navideña sino el resto de su vida. Y es algo que vale la pena enseñar a nuestros hijos.

Un estudio de 2019 publicado en el Journal of Happiness Studies encontró que la gratitud está vinculada a la felicidad en los niños ya a los 5 años. Esto significa que inculcar gratitud en nuestros hijos a una edad temprana podría ayudarles a crecer para ser personas más felices.

Con mis amigos esta mañana nos preguntamos:

¿Qué es la gratitud para mí? ¿Cuáles fueron los mensajes sobre estar agradecido que recibí mientras crecía? ¿Me enseñaron a ser agradecida?

Esas preguntas me hicieron pensar y recordar mi infancia y me di cuenta de que lo que me enseñaron de niña no era gratitud sino cortesía. Me enseñaron la expectativa social de dar las gracias cada vez que recibía un regalo o un favor. Y, a su vez, eso era lo que estaba tratando de enseñarles a mis hijos.

¿Cuántos de nosotros aquí hemos dicho alguna vez a nuestros hijos: "¿Qué se dice?", al recibir un cumplido o un regalo o algo más?

¿Y cuántos les hemos dicho: “Eres tan ingrato” solo porque el niño no estaba mostrando la gratitud que esperábamos?

Lo que pasa es que la gratitud es un sentimiento y los sentimientos no se pueden enseñar, solo se pueden experimentar. La gratitud también es una práctica, una actitud que se puede aprender observando a otras personas modelándola.

Recuerdo los días en los que les exigía a mis hijos que dijeran “gracias” y estuvieran agradecidos y al mismo tiempo me veían quejándome todo el tiempo. Así que como adulta les decía a mis hijos que fueran agradecidos y yo misma no mostraba ninguna gratitud, de hecho, todo lo contrario.

Sí, porque me he dado cuenta de que una actitud de agradecimiento y la queja se excluyen mutuamente. En el sentido de que si soy una persona que se queja mucho, dedico poco tiempo, energía y atención a cultivar la actitud de gratitud, en cambio, en el momento en que empiezo a notar todas las cosas por las que puedo estar agradecida, empiezo a quejarme menos y a sentirme también más feliz.

Entonces, ¿Cómo ayudamos a los niños a desarrollar una actitud de agradecimiento y un sentimiento de agradecimiento?

Una forma es aprovechar su capacidad para estar presente en el momento y ayudarlos a saborear cada experiencia, incluso la más pequeña, utilizando sus sentidos. Por ejemplo, cuando están comiendo pueden saborear la comida y notar cómo les hace sentir esa textura, ese sabor. Si huelen algo encantador, realmente pueden notar la diferencia entre ese olor y otro. Si nos están dando un abrazo, realmente podemos disfrutar el momento juntos y expresar cómo nos sentimos.

Sin embargo, la herramienta más poderosa para ayudarlos a desarrollar un sentido de gratitud es con el ejemplo, después de todo, somos los "influencers" de nuestros hijos y lo que hacemos habla más fuerte que lo que decimos.

¿Y cómo podemos modelar la gratitud? Aquí hay algunas ideas que me funcionaron a mi y te les comparto.

  • Se puede empezar aprendiendo el hábito de dar las gracias a nuestros hijos (y a todas las demás personas) cuando son amables, están ayudando, son generosos, son atentos, están haciendo lo que les pedimos que hicieran. Si somos amables, agradecidos y respetuosos con ellos, aprenderán a ser iguales.
  • Luego se puede elegir quejarnos menos y aprender a notar todos los pequeños milagros que suceden cada día y que hasta ahora hemos dado por sentado.
  • Si necesitas ayuda para hacerlo, podría comenzar la práctica de escribir todos los días 3 cosas que han sucedido y por las que te sientes agradecido. Todos los días tienen que ser cosas o personas diferentes, no se te permite repetir. No tienen que ser cosas enormes sino las pequeñas cosas que hacen nuestra vida mejor (Por ejemplo, el cafecito caliente en la mañana, el hecho que alguien me dejó pasar cuando estaba manejando, un acto de amabilidad de un colega, un mensaje de texto inesperado …) Cuanto más hago este ejercicio, más cosas noto todos los días y menos me molestan otras. La gratitud es como un músculo que necesita ejercitarse.
  • Y puedes hacer este ejercicio con tus hijos, tal vez mientras cenan juntos o antes de acostarse. Yo lo hice durante bastantes años con nuestro hijo menor, que ahora es un adolescente y tiene su propio diario de gratitud en lo que escribe todos los días.
  • Además, en nuestros cursos de Crianza, Virginia y yo enseñamos la herramienta de las Reuniones Familiares en donde cada miembro de la familia semanalmente agradece a cada uno de los demás por algo que ha notado en la semana. Eso hace que adultos y niños hagan un esfuerzo para observar lo bueno en los otros en vez que solamente fijarse en lo malo y quejarse.

Te animo a probar, haciendo pequeños cambios en la mirada hacia tus hijos, las demás personas, la vida, la naturaleza. Obsérvate y cuando notas que te estás quejando,  ve si puedes encontrar en ese mismo momento algo de lo que te sientes agradecido.

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